De SERGIO CANO

21 junio 2005

LA CAVERNA AL DESCUBIERTO.

Mientras los dirigentes del PP (integristas legionarios los que más) se quejan del acoso manipulativo al que están siendo sometidos cuando se les acusa de ir contra los homosexuales, este lunes, nuestros “populares” plantaron en el Senado a su experto: su baza, su argumento, su garantía. Aquilino Polaino Lorente, nombre del experto, justificó lo que catalogó como perfil psicopatológico de los homosexuales que han sido educados por padres "hostiles, alcohólicos, distantes" y por madres "sobreprotectoras". ¡Casi nada! En la misma Cámara Alta, el senador del PP Agustín Conde alabó “como no podía ser de otra forma” la tesis de este señor. Polaina igualmente firmó un estudio de Hazteoir.org, que asegura que el 29% de los padres que ha violado a sus hijos son homosexuales, frente al 0,6% que eran heterosexuales. A uno no le salen las cuentas: 29% son homosexuales violadores de hijos + 0,6 heterosexuales violadores de hijos = 29,6. El 70,4% de violadores de sus hijos, restante ¿qué son? Este informe también se presentaba en nuestro Senado avalado por el Partido Popular.
Ahora, cuando saltan las alarmas sobre una intervención que no dejó indiferente a nadie, cuando periódicos como El Mundo hablan de “gol en propia meta” de los señores del PP, cuando votantes de este partido, algunos homosexuales, otros no pero instalados en posiciones más tolerantes, ponen el grito en el cielo, ahora, salen los mismos que encajaron a este señor en la sesión del Senado como contrapeso a la iniciativa del gobierno, discrepando de su opinión. Ahora salta Zaplana diciendo que “ve fuera de la realidad” al señor Polaino, Pío García Escudero (portavoz del PP en el Senado) ha manifestado su “absoluto rechazo” a lo dicho por este señor. Digo yo: ¿es que cuando pensaron en este venerable hombre, acaso no conocían sus teorías? En ese caso, yo lo calificaría de un acto de estulticia de lo más extremo. Pero resultaría increíble no saber con quién se cuenta en una comisión de expertos para un asunto tan delicado. En todo caso, si los mismos que lo facultan antes de su intervención, tras el revuelo evidente lo desacreditan, al pobre hombre lo que le hacen es una gran putada. Increíble, pero cierto: ¡lo que se puede hacer por un puñado de votos!
Al hilo de este ambiente hay algo que me llama, y mucho, la atención: se oyen ecos desde la caverna que incitan a reclamar el 18-J como una especie de “Día del Orgullo Heterosexual”. No entiendo: ¿acaso se nos está discriminando a los heterosexuales? ¿se nos arremete continuamente? ¿se nos rechaza socialmente? ¿somos unos incomprendidos? ¿tan mal estamos?. Evidentemente creo, espero, que esta opción, absolutamente frentista, no tendrá relevancia.
Mientras tanto, la realidad es otra: de cada diez expertos, siete no comparten estas teorías y no ven con esos ojos los niños que crecen en familias monoparentales. Ahí está la investigación realizada en 2002 por la Universidad de Sevilla con el Colegio Oficial de Psicólogos y la Oficina del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid; ahí están los informes de María del Mar González, profesora de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla, o el de Ángel Bao, psicólogo y técnico de acogimiento familiar, o el de Fernando Chacón, decano del Colegio de Psicólogos de Madrid.
Malos tiempos para la caverna.

15 junio 2005

¿ESPAÑA A LA CALLE?

No es nueva (se ha hecho siempre) la tentadora pretensión que tiene la derecha española de identificarse a sí misma como la única y exclusiva España. En otras palabras: reducir España a ellos mismos. En otras palabras: ellos son España, los demás no.
Resulta hoy en día, pasadas las puertas del siglo XXI, preocupante esta ancestral y rancia tesis de apropiarse de la identidad española como rasgo cotado y característico de la derecha. Pero es especialmente alarmante porque tiene como eje transversal la exclusión del adversario de esta condición, sospechándole, cuando no despojándole, de su nacionalidad y colgándole el nada gratificante galón de enemigo de España, traidor a la patria, confabulador, títere, pelele o vendido a los enemigos de la nación. Son estas unas proclamas más propias de otros tiempos y que parecían superadas.
Estos postulados ya los creía yo desterrados en los libros de escuela de la etapa preconstitucional y en rinconcitos ultrareaccionarios que aún furulan por ahí. Pero no.
Digo esto porque ahora que el PP ha decidido basar su estrategia de acoso y derribo en la organización de una completa agenda de manifestaciones, transporte y manutención incluidos, ya no se manifiestan los sectarios, ni los socialcomunistas, ni los irresponsables, ni los antiespañoles, ni los enemigos de nuestros intereses, ni los manipuladores, ni los amigos de los dictadores, ni los titiriteros, ni los pancarteros, ni los perros que ladran su resentimiento por las esquinas… Ahora se manifiesta España.
¿Se manifiesta España? Sí, se manifiesta España. Que salen a la calle 250.000 personas bajo la sombra de las alas de la gaviota azul: ¡se manifiesta España! Que ahora toca el turno a 30 o 40.000 personas disconformes con decisión de devolver unos expedientes a Cataluña: ¡se manifiesta España! Que el día de mañana invaden las calles de Madrid nosecuantasmil cristianas almas en protesta por el matrimonio homosexual: seguro que va a ser España entera la que se manifieste.
La realidad es otra: una parte de la derecha (autodenominada España) sale a la calle contra lo que el Parlamento español aprueba democráticamente. Se lanza constantemente la sospecha de que en este país se legisla y gobierna contra un grupo determinado de personas. Se exprime repetidamente la falacia de que en España no gobierna la mayoría, sino la minoría. ¿Resentimiento como consecuencia su impotencia parlamentaria? ¿Una búsqueda desesperada de la deslegitimación de la soberanía popular? Allá ellos.
La manifestación es un derecho cívico, sí, y muy respetable, faltaría más, y me alegro de que se ejerza (con sensatez y civismo, claro), pero sólo hace falta que los que hace pocos años ladraban su resentimiento por las esquinas echen mano de hemeroteca para sacar las vergüenzas y medir el inmenso diámetro de la capa de hipocresía que rodea a nuestros “populares”.
Es inmoral que uno se apropie de lo que no es suyo. Por eso es bueno ver que el PP ahora se da cuenta de que la calle no es de izquierdas, ni de derechas, sino que es de la gente. Por eso, sería igualmente bueno que se percatase que España, ser español, no es condición de derechas, ni de izquierdas, es de muchos millones de personas que con diferentes formas de concebir la construcción de un país superan a sus diez millones de votantes.

08 junio 2005

__________OTRA VISIÓN DE LA MANIFESTACIÓN DEL SÁBADO.

La manifestación del pasado sábado en Madrid contra el gobierno está dando mucho que hablar. Eso se sabía de antemano.
Pese al baile de cifras de unos y otros, una cosa quedó clara: las víctimas tienen voz, se les debe un profundo respeto, el Estado les debe escuchar, pero ¿deben marcar las directrices de la política antiterrorista de un gobierno? Es más ¿debe el PP hacer su oposición apoyándose en una parte de las víctimas frente a las decisiones que toma en mayoría el Congreso?
Ahora se está cerca de dar la puntilla final a ETA gracias a un proceso que se extiende desde los primeros pasos de nuestra democracia, en los últimos años no se había interferido en la política antiterrorista del PP, y todos los gobiernos de nuestra joven democracia, incluido el de Aznar, han negociado con la banda terrorista ETA (bueno, Aznar, por dos veces, lo hacía con lo que dulcemente denominó Movimiento de Liberación Nacional Vasco). Pero bueno, si ahora Aznar cambia de opinión, está contra la negociación contra ETA y tiene la oportunidad de salir a la calle aclamado como “presidente” en una manifestación supuestamente no politizada está en su derecho, es libre; ya cambió de opinión con la Constitución Española de 1978, antes rechazada, ahora patrimonializada.
Ante todo, una cosa queda clara, y de lo que me alegro: la derecha dura, la del “sí a la guerra”, comprende que también puede ejercer su derecho a manifestarse, que es un instrumento que tiene en su mano si lo hace de forma pacífica. Las “manifas” no solo son de izquierdas, por lo que no se deben ridiculizar por si algún día hay que echar mano de alguna. Así se ha hecho otras veces cuando los entonces denominados “pancarteros” estaban contra una guerra, ilegal y fundamentada en mentiras. “La izquierda saca sus perros a la calle” decía el famoso titular de La Razón cuando las manifestaciones contra la Guerra de Irak. Pero la derecha ya sale a la calle. Bien. Vamos avanzando. Por el contrario, hay algo de lo que no me alegro tanto: la politización, el barrer para su corral, de los sentimientos de personas que, por su condición de víctimas, porque han perdido a sus seres queridos o han sufrido en sus propias carnes atentados, extorsiones o amenazas, son especialmente sensibles; el utilizar a la masa que se manifestaba bajo el respetable lema “Por ellos por todos. Negociación en mi nombre ¡no!”, para taparlos bajo un detestable y miserable “zETAp”, para que grupos pidiesen la pena de muerte en otras pancartas. Tampoco me gustaron los insultos, que los hubo, y muchos; ni los ataques, que también las hubo, contra, por ejemplo, los periodistas de la Televisión Autonómica de Castilla-La Mancha a los que se agredió físicamente por hacer su trabajo. Tampoco me gusta que se quejen de manipulación informativa de TVE los que la ha hecho durante años y ahora se escudan bajo el manto de la Telemadrid de Esperanza Aguirre. Pero lo que menos me gusta de todo es el evidente, vergonzoso, continuado, estudiado y no acabado linchamiento mediático de Pilar Manjón; quien está a la que cae para desacreditarla, se desacredita solo. Todo esto, seguro, no lo hacen las víctimas del terrorismo; todo esto tiene siglas políticas, tiene carnet.
Se nos ha dicho hasta la saciedad que la manifestación no ha estado politizada. Muchas de las consignas lanzadas, militantes de nuevas generaciones con el carnet de “organización”, los autobuses fletados desde las diferentes sedes del PP o la importancia que han dado los populares a engordar el número de manifestantes hablan por sí mismos.
El PP dice que mientras se habla de negociación se dan alas a ETA. El PSOE, por su parte, dice que mientras se habla de negociación se detienen, extraditan y juzgan terroristas. Hemos de recordar que el pasado 17 de mayo se aprobó por 192 votos a favor contra 147 que el gobierno negociaría con ETA sin contrapartidas políticas, siempre y cuando se abandonasen las armas. Vamos, lo mínimo, algo parecido al punto 10 del Pacto de Ajuria Enea, entonces firmado por todos los partidos democráticos, solo que ahora hay una diferencia: sí que se puede consumar.
Nadie debe ponerse la pegatina de único amigo de las víctimas, es inmoral porque las hay de todos los partidos, de toda condición social y distinto posicionamiento ante la estrategia de dialogar con ETA: recuérdense las opiniones al respecto de las viudas de Fernando Buesa, José Luis López de Lacalle o Juan Mari Jáuregui, entre otras, quienes, con todo su dolor, apoyan una solución al terrorismo que si debe pasar por el diálogo, y eso supone el fin irreversible de ETA, pues se debe llevar a cabo.
Evidentemente, los que creemos en la paz y en el diálogo para llegar a esta, también estamos seguros que mientras los terroristas etarras sigan poniendo bombas, sigan con las armas en sus manos, en sus zulos, sigan extorsionando no hay lugar a ninguna negociación. Una voluntad firme de abandonar la violencia y, por ende, de evitar una muerte más, debe negociarse. Sería el fin de los etarras. Eso lo saben hasta las 250.000, 850.000, un millón, o varios millones de personas que se manifestaron el sábado. Eso lo saben los que no acudieron a la manifestación.

SERGIO CANO
Publicado en Diario Siglo XXI (www.diariosigloxxi.com)